Para aquellos momentos en los que nos encontramos centrados en ver lo malo y defectuoso de todas las cosas e incluso de las personas. Fácilmente irritables ante lo que otros pueden hacer mal, criticamos, protestamos y reclamamos que hagan las cosas mejor, y que cambien sus malas costumbres.
En estas circunstancias estamos convencidos de que nuestro parecer es la forma acertada, incapaces de reflexionar acerca de que no todos tenemos el mismo criterio de perfección. Nos volvernos arrogantes, intransigentes sobre nuestras valoraciones, y difícilmente dispuestos a dar el brazo a torcer. Consiguiendo que aquellos cercanos y queridos, sobre los que deseamos influir, se alejen de nosotros.